En nuestro trabajo diario nos encontramos con personas que sienten que han tocado fondo. Muchas llegan a nosotros con la mirada vacía, sin fuerzas, pensando que no hay salida posible. Pero la hay. Y la historia de una de nuestras clientas en Málaga lo demuestra.
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Una madre que siempre luchó por sus hijas
J.A. es una mujer, madre de cuatro hijas, que durante años hizo todo lo que estuvo en su mano para sacarlas adelante. Dos de ellas aún son pequeñas, y las otras dos están estudiando en la universidad. Vivía de alquiler y sus ingresos eran muy inestables, ya que trabajaba como fija discontinua. Luego vino una baja médica y poco después la despidieron.
A pesar de todo, trataba de cumplir con sus responsabilidades. Pagaba el alquiler, la comida, la luz… hasta que la situación se volvió insostenible. Había acumulado muchas deudas, la mayoría por tarjetas de crédito y préstamos personales.
La trampa de las deudas
La situación fue empeorando. No tenía propiedades, solo un coche a su nombre, y empezó a sufrir embargos en su cuenta. Las llamadas de los acreedores eran constantes, e incluso llegaron a contactar con personas cercanas a ella. Estaba incluida en varios ficheros de morosos, lo que le impedía rehacer su vida. No podía abrir cuentas, contratar servicios ni mirar al futuro con esperanza.
Un día nos llamó al límite. El banco había bloqueado un ingreso que necesitaba urgentemente y nos dijo que no sabía cómo iba a dar de comer a sus hijas esa semana. Estaba rota. Pero también tenía claro que no quería seguir así.
El inicio del cambio
Estudiamos su caso y le explicamos qué podíamos hacer por ella. Pusimos en marcha el procedimiento de la Ley de Segunda Oportunidad y nuestro equipo la acompañó en todo momento. Sabíamos que no era fácil para ella recordar todo lo que había pasado, pero también sabíamos que merecía empezar de nuevo.
El proceso tuvo sus complicaciones. No fue rápido ni sencillo. Hubo momentos de incertidumbre y miedo. Pero ella nunca estuvo sola. Estuvimos con ella, informándola, apoyándola y dándole la tranquilidad que necesitaba.
Y al final, llegó el día esperado: el juzgado aprobó la cancelación total de sus deudas. Cuando se lo comunicamos, rompió a llorar. Nos dijo que, por primera vez en mucho tiempo, sentía que podía volver a respirar.
Un ejemplo de que sí se puede
Hoy J.A. está dejando atrás esa etapa tan difícil. Se siente más tranquila, más fuerte. Su historia es la de muchas personas que han hecho todo lo posible por salir adelante y que solo necesitan una mano para volver a empezar.
En Reclama Por Mí tenemos la suerte de vivir momentos como este cada día. Casos reales, personas reales, soluciones reales. Ya hemos exonerado millones de euros en deudas para nuestros clientes de toda España a través de la Segunda Oportunidad.
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