La Ley de Segunda Oportunidad (LSO) en España fue diseñada para permitir que personas físicas y autónomos en situaciones de insolvencia puedan reestructurar sus deudas y empezar de nuevo.
Dentro de esta ley hay una figura muy importante que debes conocer si te vas a acoger a la LSO: El administrador concursal. Esta persona neutral tiene un papel muy específico en la Ley de la Segunda Oportunidad, el cual explicaremos a continuación.
Además, en este artículo también hablaremos sobre cuándo es necesaria esta figura y cuándo podemos prescindir de ella.
¡Empecemos!
Índice
¿Qué es un administrador concursal?
Un administrador concursal es un profesional designado por el juez (tiene que ser neutral, no puede venir de parte del deudor ni de parte de los acreedores) que gestiona el proceso concursal de una persona o empresa insolvente.
Su función principal es asegurar que se cumplan todas las disposiciones legales durante el procedimiento y que los acreedores reciban el trato que les corresponde, garantizando transparencia y equidad.
En otras palabras, el administrador concursal supervisa y administra los bienes del deudor para tratar de liquidar las deudas de la forma más eficiente posible y que no se produzcan injusticias en las que unos acreedores obtienen más o menos capital del debido.
Qué hace el administrador concursal
En la LSO necesitas al administrador concursal cuando se llega a la fase del concurso de acreedores, que se aplica cuando el deudor no puede hacer frente a sus deudas y necesita la intervención judicial para buscar una solución. Este proceso tiene varias etapas:
- Acuerdo Extrajudicial de Pagos (AEP): En primer lugar, el deudor puede intentar llegar a un acuerdo con los acreedores de forma extrajudicial. En este caso, el administrador concursal puede actuar como mediador. Si no se llega a un acuerdo satisfactorio, se puede recurrir al concurso.
- Concurso de Acreedores: Si el deudor no logra el acuerdo con sus acreedores, se abre el concurso de acreedores. En este procedimiento, el administrador concursal tiene la responsabilidad de gestionar los bienes del deudor, elaborar un inventario de los mismos, supervisar la liquidación de activos y repartir los fondos obtenidos entre los acreedores.
Si el deudor tiene activos suficientes (como propiedades o ingresos), el administrador se encarga de la liquidación de estos bienes, procurando satisfacer las deudas pendientes de la forma más justa posible. Esto incluye, entre otras tareas, la evaluación y venta de los bienes del deudor, siempre con la supervisión del juez.
Ahora bien, ¿siempre se utilizan los administradores concursales? La respuesta corta es “no”. Desde la reforma de la LSO en el 2022, los administradores concursales aparecen cuando se dan una serie de requisitos, pero son dispensables en la mayoría de los procedimientos.
En el siguiente apartado te explicamos cuando NO es necesario un administrador concursal en tu procedimiento de LSO.
¿Cuándo no es necesario un administrador concursal?
Como acabamos de mencionar, la Ley Concursal sufrió una reforma en 2022, donde se introdujo la figura del “concurso sin masa”, que ha simplificado el proceso cuando el deudor no tiene bienes o ingresos suficientes para cubrir ni los gastos del procedimiento.
En estos casos, el deudor no necesita la intervención de un administrador concursal, ya que no hay nada que gestionar. Este tipo de procedimientos se utilizan cuando:
- El deudor no tiene bienes o activos significativos.
- La insolvencia es total y el proceso no tiene una masa activa de bienes que liquidar.
Aunque este tipo de procedimientos pretende agilizar la Ley de Segunda Oportunidad, también ha generado controversia. Los expertos en la materia argumentan que al no haber un administrador concursal, los intereses de los acreedores podrían verse menos protegidos.
Como has podido comprobar, el administrador concursal juega un papel fundamental en los procesos de Ley de Segunda Oportunidad cuando el deudor tiene bienes o ingresos suficientes para liquidar deudas.
En estos casos, su tarea es garantizar que el proceso se realice de manera ordenada, justa y conforme a la ley, supervisando tanto el inventario de bienes como la distribución de fondos entre los acreedores.
Sin embargo, en los casos donde el deudor carece de activos, el proceso puede llevarse a cabo sin esta figura, a través del procedimiento de concurso sin masa.