Sólo en España, han cerrado más de 700.000 empresas el año pasado (2023). Aunque el cierre de una empresa parezca un evento único y ciertamente raro, la realidad demuestra todo lo contrario.
Muchos acreedores, para evitar que su crédito caiga en bancarrota junto a una empresa, toman algunas medidas de seguridad. Por ejemplo, pueden contratar créditos privilegiados, los cuales en caso de concurso de acreedores, serían los primeros en ser satisfechos.
Una vez que los créditos privilegiados han sido pagados, los siguientes en la lista son los créditos ordinarios, los cuales engloban a la gran mayoría de deudas que tiene una empresa.
Y si todavía queda algo de capital por repartir de la recién cerrada empresa, entonces le tocaría el turno a los créditos subordinados. Este tipo de créditos se sitúa en la última posición de la “cadena alimenticia”, de manera que sólo serán pagados si todos los demás créditos han sido satisfechos.
Pero, si los créditos subordinados tienen tantas desventajas, ¿por qué iba alguien a contratarlos? En este artículo explicaremos la naturaleza de estos créditos, cuáles son los tipos más comunes, y qué personas o empresas estarían dispuestos a firmarlos y por qué.
Qué es un crédito subordinado
En España, un crédito subordinado es un tipo de crédito que tiene la peculiaridad de que se paga en último lugar en caso de que la empresa deudora entre en concurso de acreedores (es decir, en caso de cierre).
Esto significa que los acreedores con créditos subordinados solo cobrarán una vez que se hayan satisfecho todos los créditos privilegiados y ordinarios, nunca antes.
Ya que una empresa que va a cerrar suele tener más deudas que bienes y activos, normalmente los créditos subordinados nunca son pagados. Cuando se están pagando los créditos ordinarios el capital de la empresa se suele acabar, dejando incluso muchos créditos de este tipo sin satisfacer.
Aunque pueda parecer abusivo rebajar un crédito hasta el nivel de “subordinado”, la realidad es que hay una lógica detrás de su contratación. Este tipo de créditos cuenta con unas características que hace que merezca la pena contratarlo, tomando el riesgo de que la empresa pueda cerrar.
Sin embargo, en algunos casos los tribunales han declarado nulas aquellas cláusulas de subordinación que se consideren abusivas, como por ejemplo, aquellas que subordinan el crédito de un proveedor sin una justificación razonable.
Entonces, ¿cuál es la lógica detrás de contratar un crédito subordinado?
Por qué contratar un crédito subordinado
Existen varias razones por las que alguien podría elegir un crédito subordinado, a pesar del mayor riesgo que conlleva. Estas son algunas de las razones más importantes:
- Mayor rentabilidad: Los créditos subordinados suelen ofrecer una remuneración más alta que los créditos ordinarios, precisamente para compensar el mayor riesgo que asumen los inversores.
- Confianza en la empresa: Si los inversores tienen confianza en la viabilidad y el futuro de la empresa deudora, es posible que estén dispuestos a asumir un mayor riesgo para obtener una mayor rentabilidad.
- Necesidad de financiación: En algunos casos, las empresas pueden verse obligadas a recurrir a créditos subordinados debido a que no pueden obtener financiación a través de otros canales, como los bancos tradicionales.
- Estrategias de inversión: Algunos fondos de inversión o inversores institucionales utilizan los créditos subordinados como parte de sus estrategias de inversión, buscando un equilibrio entre riesgo y rentabilidad.
En pocas palabras, algunos créditos subordinados ofrecen ventajas que pueden incluir grandes ganancias si la empresa funciona bien. Todo ello a cambio del riesgo que conlleva contratarlos.
Dentro del mundo de los créditos subordinados, hay varios tipos que podemos diferenciar. En el siguiente y último apartado vamos a explicarlos.
Tipos de créditos subordinados
1. Préstamos participativos: Son aquellos en los que el prestamista asume un mayor riesgo al vincular su inversión al éxito de la empresa. Suelen tener una tasa de interés más alta que los créditos ordinarios. A menudo, el prestamista recibe una participación en las ganancias de la empresa a cambio de asumir un mayor riesgo.
2. Créditos de proveedores con vinculación especial: Son aquellos que se conceden a empresas vinculadas al deudor, como empresas matrices o filiales. Suelen subordinarse porque el proveedor tiene un mayor conocimiento de la situación financiera del deudor.
3. Deudas con entidades de crédito de la misma empresa: Son aquellas que se conceden entre una empresa y una entidad de crédito que forma parte del mismo grupo empresarial. Suelen subordinarse para proteger a los acreedores externos de la empresa.
4. Créditos derivados de operaciones vinculadas: Son aquellos que se derivan de operaciones entre la empresa deudora y una persona o entidad vinculada. Pueden incluir, por ejemplo, préstamos sin intereses, ventas a un precio inferior al de mercado o acuerdos de pagos aplazados.
Como podemos ver, los préstamos subordinados también pueden tener algunas ventajas, especialmente si la empresa da buenos resultados y evita la bancarrota. Pero en caso de llegar al concurso de acreedores, siempre será mejor tener un crédito privilegiado o un crédito ordinario.